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Padre nuestro - A partir del siglo XIX se documenta la llegada de trabajadores suecos a Ontario vinculados a la Hudson’s Bay Company, lo que refuerza la hipótesis de que un inmigrante con formación religiosa grabara la oración como manifestación de fe personal
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A menudo, los objetos antiguos conservan detalles visibles pero pierden el contexto que les dio sentido. Eso es lo que ocurre cuando aparece una inscripción religiosa fuera de lugar: su contenido puede ser claro, pero su intención permanece indescifrable. La oración cristiana del Padre nuestro, una de las más extendidas del mundo, puede leerse sin dificultad en muchas lenguas, pero resulta desconcertante cuando aparece grabada con símbolos arcaicos, fuera del ámbito litúrgico o geográfico habitual.
La carga simbólica y la popularidad del texto no bastan para explicar su presencia en ciertos lugares, ni mucho menos el motivo exacto por el que alguien decidió tallarlo con esmero en un entorno aislado y sin dejar más rastro. Así ocurrió con una piedra cubierta de runas hallada en un bosque remoto del norte de Ontario.
La pista sueca encaja con la historia de la región y sus migraciones
La caída de un árbol en un paraje próximo a la localidad de Wawa destapó una losa de piedra de más de metro y medio de largo, enterrada bajo tierra y vegetación. Su superficie, meticulosamente grabada, incluía 255 símbolos rúnicos dispuestos en líneas rectas, una ilustración detallada de una embarcación con 16 figuras humanas y 14 marcas en forma de equis. El descubrimiento llegó de inmediato al Ontario Centre for Archaeological Education, donde Ryan Primrose asumió la investigación sin hacer público el hallazgo.
El temor a que se relacionara con asentamientos vikingos empujó al equipo a contactar con Henrik Williams, profesor emérito de la Universidad de Uppsala y especialista en runología. Tras examinar personalmente la losa en el lugar del hallazgo, Williams identificó las inscripciones como runas del tipo Futhark, el sistema de escritura más antiguo empleado por pueblos germánicos entre los siglos II y VIII.

Sin embargo, el contenido no correspondía a esa época. Como explicó en CBC, el experto señaló que la oración tallada era una versión en sueco del Padre nuestro, que coincide con una transcripción publicada en 1611 por el erudito Johannes Bureus: “Estuve tres horas bajo una lona con una linterna, observando las runas mientras los demás esperaban fuera, congelándose”.
Ese dato permitió acotar la cronología real de la inscripción. La versión de Bureus fue reeditada a partir del siglo XIX, cuando se documenta la presencia de trabajadores suecos en Canadá empleados por la Hudson's Bay Company, especialmente en el puesto comercial de Michipicoten. En ese contexto, Primrose considera probable que algún ciudadano sueco con formación religiosa y conocimientos de runas grabara la oración como un gesto de fe personal o un ejercicio espiritual, aunque no se han encontrado otros elementos en el entorno que lo corroboren. Como explicó en declaraciones a Popular Science, el investigador afirmó que “el misterio no desaparece por el hecho de que sea más reciente de lo que esperábamos”.
Las condiciones del hallazgo refuerzan la hipótesis de una colocación deliberada
El análisis de la roca sugiere que las incisiones exigieron herramientas especializadas y un esfuerzo prolongado, probablemente de varias semanas. La piedra apareció bajo tierra, cubierta por raíces y sedimentos, lo que indica que fue ocultada de forma deliberada. La ausencia de utensilios, restos orgánicos o estructuras próximas complica aún más la interpretación del conjunto. La única certeza es la calidad del grabado y el aislamiento absoluto del entorno donde fue hallado.
Ahora el equipo trabaja junto con los propietarios del terreno para proteger la zona. Han solicitado una concesión administrativa que permita preservar el hallazgo como bien patrimonial, instalar una estructura de resguardo y habilitar el acceso público. El objetivo es evitar que la erosión y las condiciones climáticas borren lo que, a día de hoy, sigue siendo una pieza singular sin explicación clara.
La historia, en lugar de cerrarse, sigue abierta. La presencia de una oración tan conocida escrita en un código ancestral y descubierta por azar en un bosque canadiense continúa desafiando cualquier intento de interpretación definitiva. Lo que en un principio parecía un enigma vinculado a tiempos remotos ha acabado convirtiéndose en una pregunta sin respuesta sobre creencias personales, memoria cultural y los rastros intencionados que alguien decidió dejar en piedra mucho después de lo que se creía.