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Una elección distinta
Identificación fotográfica] 26 Junio 2025, 08:15

Una elección distinta

Australia ha votado y, como ya ocurrió en Canadá, la irrupción de Trump ha beneficiado a los laboristas

Siguiendo el ciclo electoral, y después de casi tres años, el pasado tres de mayo, se celebraron elecciones federales en Australia. Aunque la distancia geográfica con Europa es importante, y tanto la campaña como la elección han pasado bastante desapercibidas, algunas claves que se han dado en esta elección pueden dar pistas que nos pueden ayudar a entender otras elecciones que vienen. En esta entrada, además de explicar como ha ido la elección y los antecedentes, expongo dichas claves.

En primer lugar, esta legislatura ha estado marcada por una situación económica doméstica compleja. Si las últimas semanas del anterior primer ministro liberal, Scott Morrison, coincidieron con una subida de los tipos de interés justo dos semanas antes de la elección y una serie de escándalos por los que este se había autonombrado como ministro de algunas carteras (sin que los ministros responsables de dichas carteras lo supieran), el Partido Laborista liderado por Anthony Albanese -criado por su madre en vivienda social y diputado desde 1996- se impuso en las elecciones de 2022 con una mayoría absoluta por un diputado (había 151 diputados entonces; ahora 150) y una cámara baja muy diversa, con el mayor número de independientes (10) y en la que los Verdes habían conseguido su mejor resultado (4 escaños).

Los primeros años de la legislatura estuvieron marcados por dos eventos. Algo más de un año después de iniciar el gobierno, en octubre de 2023 se celebró el referéndum sobre la voz de los aborígenes y los de las Islas del estrecho de Torres. Básicamente, la propuesta consistía en reconocer en la constitución que los miembros de dichas comunidades tuvieran voz en los asuntos que les afectaran directamente-– a través de un organismo para que presente propuestas y sugerencias al gobierno federal en asuntos relacionados con los aborígenes. El primer ministro se había comprometido a celebrar el referéndum que, inicialmente, era una propuesta que contaba con el apoyo del Partido Liberal y los Verdes, aunque no de los Nacionales (el miembro menor que conforma la Coalición con los liberales). El referéndum salió derrotado y con ello las esperanzas de toda una generación, además del gobierno. Por aquel entonces, además de haber finalizado la luna de miel entre el gobierno y la opinión pública, la popularidad del gobierno baja y la coalición de liberales y conservadores se pone por delante en las encuestas.

El segundo evento que ha condicionado al gobierno en este periodo ha sido las constantes subidas de los tipos de interés por parte del Banco Central Australiano (RBA). Igual que en Europa, el RBA es un ente independiente que mantuvo las tasas muy bajas durante 2021 como respuesta a la pandemia. La inflación empezó a despuntar durante 2022 y entre la segunda mitad del 2022 y hasta noviembre del 2023, se aplicaron 13 subidas de tipo de interés. Si antes de la elección del 2022, los tipos estaban al 0.1%, enero de 2025 se cerraba al 4.35%. Esto es importante porque afecta, y mucho, al pago de las hipotecas. En contraste con muchos otros países, las hipotecas se negocian por plazos de dos a cinco años. Esto hace que condicione mucho a la economía familiar cuando una familia renegocia o firma una hipoteca -hablo de familia porque las compras de vivienda individuales son prácticamente testimoniales. Si además añadimos que hay una proporción relevante de familias que tienen la totalidad o parte de la hipoteca en variable, entendemos que muchas familias tuvieran problemas para llegar a final de mes. Y aquí solo me refiero a quien puede acceder o ha accedido a una hipoteca. Como es sabido, el precio de la vivienda en Australia se ha disparado. Hay dos cifras muy indicativas. La primera, mientras que en el año 2000, una familia necesitaba, en promedio, 9 años y medio de ingreso para pagarla, ahora son más de 16. La segunda, el precio mediano -el que está en mitad de la distribución- está por encima del millón de dólares, en las principales ciudades (en Sydney ya por encima de 1.8 millones). Obviamente, el gobierno lo seguía pagando en las encuestas y, a mayo de 2024, la Coalición, tiene unos diez puntos de ventaja en los sondeos.

En medio de estas dificultades, el gobierno consiguió el primer superávit presupuestario en 15 años. Siendo consciente del problema de la vivienda, lanzó un fondo por el que se invierten 10,000 millones de dolores para construir nuevas casas, 30,000 de ellas viviendas sociales. Además, se tomaron medidas para intentar reducir la dependencia del sector manufacturero y se aprobó que al menos tres días de guardería estuvieran subsidiados. Las relaciones con China, el principal socio comercial, mejoraron, terminando con la prohibición de ciertas importaciones que el gigante asiático había impuesto con Morrison.

La oposición del Partido Liberal la lideraba Peter Dutton, un antiguo policía que entró en el parlamento en 2001. Dutton pacificó el partido Liberal -y las disputas internas se mantenían así, internamente- pero también lo derechizó. Durante muchos meses estuvo por delante de las encuestas. Cambió la posición inicial de los liberales en lo que respecta al referéndum y estuvo insistiendo en los asuntos económicos porque los australianos no estaban en el mejor de sus momentos. Ahora bien, la campaña electoral fue francamente mejorable tanto en cómo se organizó, como en las propuestas que se hicieron, algunas importadas y con poco sentido. Por ejemplo, se propuso recortar en 41.000 servidores públicos de los 185.000 que hay en todo el país porque Canberra, la capital, “es el problema”. Pero Australia no tiene una excesiva presencia de trabajadores públicos -que se pueden despedir- y muchos ciudadanos asocian correctamente trabajadores públicos con profesoras, enfermeros, policías, etc…. Y que la mayoría de los trabajos amenazados no estaban en Canberra sino en otras ciudades. Proponer eliminar el trabajar en remoto tampoco es buena idea cuando beneficia especialmente a familias que se encuentran en los suburbios -una gran parte-y a las mujeres, un grupo con el que los liberales tenían, y siguen teniendo, un problema. Hubo una tercera propuesta que no convenció en absoluto al electorado y que los laboristas insistieron mucho: abrir siete plantas nucleares durante 20 años y, de paso, abominar de las renovables, cuando ya el 30% de los hogares tienen solar (y pagan menos de electricidad).

El día de la elección, los laboristas ganaron: de 77 a 94 escaños; la Coalición de 58 a 43, llegando Dutton a perder su escaño y a abandonar la vida política. La nueva líder de la oposición y de los liberales -Sussan Ley, la primera mujer- tiene una tarea ingente para reducir la distancia con los laboristas. Los Verdes han perdido tres y se quedan con 1 y los independientes siguen con 10.

La victoria de los laboristas ha sido arrolladora. Pero para muchos ha sido tan amplia gracias a la entrada de Trump en campaña. A raíz del “día de la liberación”, Estados Unidos imponía a Australia (y muchos otros países) una serie de aranceles. Este país tiene relaciones muy estrechas con la superpotencia -es uno de los pocos que le ha acompañado en todos los conflictos bélicos en los que ha estado desde la segunda guerra mundial- y la decisión de imponer los aranceles no se entiende como un acto amistoso. Los liberales se equivocaron al no cerrar filas con el gobierno y en intentar importar debates de los Estados Unidos que aquí no acaban de funcionar. Es más, una de las candidatas estrella de la Coalición, la senadora Jacinta Nampijinpa Price en una comparecencia dijo, por error, que quería “hacer Australia grande de nuevo”. El gobierno capitalizó la incertidumbre que conllevan las propuestas de Trump. Algo parecido sucedió en Canadá donde los conservadores lo tenían en la mano para gobernar… hasta que apareció Trump.


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