![Identificación fotográfica] Identificación fotográfica]](https://wanted.love/uploads/news-logo/2025/06/03/1740/big-0bdf194883.jpg)
Nubes y radiación - Aunque aún no se conocen todos los efectos, los investigadores señalan que estas nubes podrían reducir la radiación solar que llega al suelo y, por tanto, contribuir a mantener más frías ciertas áreas del continente antártico
Antonio Alcamí, virólogo del CSIC: “En una de las islas de la Antártida, todas las aves analizadas tenían gripe aviar”
Saltan, graznan, se apelotonan en masa sobre la nieve helada. Los pingüinos Adelia dominan vastas zonas de la costa antártica. En temporada de cría, sus colonias se convierten en hervideros de actividad animal, con decenas de miles de ejemplares concentrados en espacios reducidos.
Y cada uno de esos individuos genera, sin descanso, una considerable cantidad de excrementos que acaban impregnando el suelo con una sustancia densa y cargada de compuestos nitrogenados. Justo ahí arranca el fenómeno que ha despertado el interés de biólogos y climatólogos por igual.
Los pingüinos no solo crían sobre el hielo, también alteran la atmósfera sin moverse del sitio
El hallazgo se produjo durante una campaña científica en las inmediaciones de la Base Marambio, al norte de la península antártica. Entre enero y marzo de 2023, un grupo de investigadores midió durante varias semanas la concentración de gases en el aire, con especial atención al amoníaco.
El dato clave saltó cuando el viento soplaba desde una colonia situada a ocho kilómetros: los niveles de amoníaco se dispararon hasta alcanzar las 13,5 partes por mil millones, una cifra mil veces superior al valor habitual registrado en ausencia de influencia directa de los pingüinos.

El aumento coincidió con la presencia de más de 60.000 ejemplares en pleno proceso de cría. Su dieta, basada en peces y krill, convierte sus excrementos en una fuente rica en nitrógeno, que al descomponerse libera amoníaco.
Ese gas, al reaccionar con compuestos de azufre presentes en la atmósfera, da lugar a partículas capaces de actuar como núcleos de condensación, sobre los que se forma la niebla o incluso nubes bajas. La secuencia completa fue observada durante varios episodios de viento cruzado, confirmando que el efecto persistía incluso después de que los animales abandonasen la colonia.
El investigador Matthew Boyer, uno de los autores principales del estudio, explicó a The Washington Post que la conexión entre la actividad de los pingüinos y la formación de nubes resultaba evidente a la vista de los datos recogidos: “Hay conexiones entre cosas que ocurren en nuestro planeta natural que no necesariamente esperamos”. La frase resume bien la sorpresa que generó este vínculo entre la fauna antártica y los procesos atmosféricos de gran escala.
Las nubes generadas por las colonias podrían frenar el deshielo en ciertas condiciones
Las consecuencias climáticas de ese fenómeno aún no están del todo claras, pero el equipo científico sostiene que la acumulación de nubes sobre ciertas zonas podría tener un efecto reductor sobre las temperaturas superficiales, al limitar la cantidad de radiación solar que llega hasta el hielo. En determinadas condiciones, eso podría contribuir a frenar el deshielo, al menos de forma localizada.
La investigadora Laura Baisas recogió en Popular Science las palabras del propio Boyer, que detalló el papel que juegan esas formaciones nubosas sobre el equilibrio térmico: “Las nubes influyen en el presupuesto de radiación de la superficie, lo cual afecta a la temperatura superficial. Por tanto, las nubes impactan en el cambio climático”. Esta afirmación se basa en el principio de que, al reflejar parte de la radiación entrante, las nubes pueden modificar el balance energético del planeta.
La ubicación de las nubes marca la diferencia entre enfriar el planeta o calentar el hielo
Ese posible efecto depende de varios factores, entre ellos el lugar donde se forman las nubes. Si lo hacen sobre el océano, tienden a enfriar la superficie. Si lo hacen sobre zonas heladas con alta reflectividad, como los glaciares, pueden retener el calor reemitido por el suelo y contribuir a un ligero aumento de temperatura.

Así lo explicaron Issam Ahmed y Charlotte Causit en un artículo publicado por la Agence France-Presse, en el que recogieron que “el efecto global depende del lugar en el que se formen y se desplacen esas nubes”.
Ken Carslaw, experto en ciencias atmosféricas de la Universidad de Leeds, advirtió en declaraciones recogidas por The Washington Post que el impacto real sobre el clima podría ser limitado, pero valoró la importancia de entender estos procesos naturales: “Es fundamental comprender que estos entornos naturales son el punto de partida desde el que cuantificamos y entendemos los efectos humanos sobre el clima”.
El estudio se convierte así en una pieza más dentro del puzle climático que se dibuja en la región polar. Si se confirma que las colonias de pingüinos actúan como generadores de nubes capaces de modificar la radiación incidente, su conservación podría adquirir un nuevo valor desde el punto de vista climático. No solo por su biodiversidad, sino por su papel indirecto en el equilibrio térmico del continente blanco.