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Aclarando los términos del patrimonio: una cuestión de semántica y evolución cultural
Recorrido por todos los BIC - Bien de Interés Cultural
En ocasiones, escuchamos hablar de términos como patrimonio histórico-artístico, patrimonio cultural o bien cultural, y muchos se preguntan si realmente existe una diferencia entre ellos o si son solo formas diferentes de referirse a lo mismo. La realidad es que, aunque a menudo se utilizan como sinónimos, cada uno de estos conceptos ha evolucionado con el tiempo y tiene matices que los diferencian, aunque todos ellos hacen referencia a algo igualmente valioso: nuestra herencia cultural. A continuación, desglosamos las principales diferencias y cómo estas definiciones han sido modificadas a lo largo del tiempo, para entender mejor cómo se utilizan en el contexto actual.
Patrimonio Histórico-Artístico: origen y limitación
El término patrimonio histórico-artístico es el más antiguo de los tres y, como tal, tiene un enfoque más restringido. Este concepto nace en un contexto en el que, para considerar un bien como parte del patrimonio, debía reunir dos condiciones básicas: ser parte de la historia y tener una función o cualidad artística.
Desde la perspectiva histórica, la Real Academia define “histórico” como aquello “perteneciente a la historia” o “digno de figurar en la historia por la trascendencia que se le atribuye”. Sin embargo, este criterio ha resultado demasiado limitado, pues no todas las manifestaciones culturales que hoy consideramos patrimonio tienen la misma trascendencia histórica. Un ejemplo claro sería un hórreo asturiano, que puede no haber tenido una gran relevancia histórica, pero sí es un bien cultural de gran valor que forma parte de la tradición popular.
Por otro lado, el adjetivo artístico excluye muchas expresiones de la cultura humana, como el folclore o los objetos utilitarios, que no fueron creados con fines estéticos pero que igualmente tienen un valor cultural. A pesar de que toda obra de arte es un bien cultural, no todo bien cultural es necesariamente artístico. Esto hace que el término patrimonio histórico-artístico haya sido gradualmente reemplazado por expresiones más inclusivas.
Patrimonio Cultural: un término más amplio y diverso
El término patrimonio cultural amplía considerablemente el concepto de patrimonio histórico-artístico al sustituir los adjetivos “histórico” y “artístico” por el término “cultural”, mucho más amplio y menos restrictivo. Cultura, según la Real Academia, es el “conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.”, lo que implica que el patrimonio cultural no solo abarca elementos tangibles, como monumentos y obras de arte, sino también manifestaciones inmateriales, como tradiciones, costumbres, lenguas y conocimientos.
El patrimonio cultural abarca no solo las grandes obras de arte, sino también los rituales y tradiciones populares, la gastronomía, la artesanía e incluso las costumbres y creencias de los pueblos. A través de este concepto se integran todos los elementos que han formado y siguen formando parte de la identidad de una comunidad. Así, se ha logrado un enfoque mucho más inclusivo, que reconoce las formas de vida de los pueblos y los valores compartidos por las sociedades a lo largo del tiempo.
Bien de Interés Cultural: término abstracto y expansivo
Finalmente, el término bien de interés cultural se refiere a todos los elementos que forman parte de nuestra herencia cultural, tanto materiales como inmateriales. Aunque es un término más reciente, utilizado especialmente por la UNESCO desde la Convención de la Haya de 1954, bien cultural se ha convertido en la expresión más común y adecuada para definir aquellos elementos que deben ser protegidos y conservados para el futuro.
El bien de interés cultural incluye, por ejemplo, las técnicas artesanales tradicionales, las manifestaciones orales, las prácticas religiosas, los rituales y hasta los paisajes culturales. De hecho, se utiliza para englobar desde grandes monumentos y museos hasta expresiones inmateriales como la música, el cine o la danza. Esta definición amplia permite considerar también las actividades cotidianas, como la gastronomía tradicional o los juegos populares, como parte del patrimonio cultural de una sociedad.
Una evolución hacia la preservación global
Lo interesante de este proceso es cómo ha evolucionado la comprensión del patrimonio cultural a lo largo del tiempo. A medida que las sociedades han avanzado y la visión del patrimonio se ha diversificado, se ha hecho evidente que el patrimonio no se limita solo a lo visible o tangible, sino que abarca todos los aspectos que forman una cultura y que se transmiten de generación en generación.
¿Por qué la diferencia en los términos?
Aunque hoy día los términos patrimonio histórico-artístico, patrimonio cultural y bien cultural se usan con cierta flexibilidad y pueden parecer sinónimos, es interesante observar cómo la evolución de estos conceptos refleja cambios en la manera en que entendemos la cultura y la identidad.
Si bien el término patrimonio cultural ha ganado predominancia, no podemos olvidar la importancia de cada uno de estos enfoques, ya que cada uno nos ayuda a entender distintos aspectos de nuestra herencia colectiva, tanto material como inmaterial.