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Conformada por marismas, dunas y acantilados frente al Cantábrico, esta playa cántabra destaca por su paisaje virgen, su riqueza natural y un horizonte abierto hacia los Picos de Europa
Este es el pueblo ideal para surfistas y amantes del mar
Cantabria vuelve a estar en el foco del turismo nacional gracias a un reconocimiento que rompe con las expectativas habituales. En un país con cientos de kilómetros de litoral, playas icónicas, y con archipiélagos que concentran gran parte del turismo internacional, la elección de la revista National Geographic ha resultado, para muchos, inesperada.
La publicación ha situado a la playa de Oyambre, en el norte peninsular, como la más bella de toda España, desplazando a las habituales candidatas del sur y los archipiélagos. Una decisión que pone en valor la riqueza paisajística de la España verde, alejada del turismo masificado.
Situada entre los municipios de Comillas y San Vicente de la Barquera, la playa de Oyambre se extiende a lo largo de más de dos kilómetros en pleno Parque Natural de Oyambre. La selección de este arenal como el más hermoso del país se ha fundamentado, según la revista, en su estado de conservación, la calidad de su entorno y la diversidad del paisaje que lo rodea.
Rodeada de dunas, marismas y prados costeros, esta playa representa un ejemplo singular de litoral bien preservado, en el que la naturaleza se impone sobre la intervención humana. Lejos de urbanizaciones, complejos hoteleros o masificación, Oyambre se muestra como un espacio abierto, sereno y de fuerte valor ecológico.
Además del escenario, National Geographic destaca la singularidad del enclave. En Oyambre el visitante no solo encuentra mar y arena, sino un conjunto natural de gran valor ambiental, con vistas a los Picos de Europa, fauna salvaje en los humedales y una historia que conecta este paraje con un suceso histórico relevante: el aterrizaje de emergencia del L’Oiseau Canari en 1929, uno de los primeros vuelos transatlánticos entre América y Europa.
Ecosistemas en equilibrio junto al mar
Oyambre forma parte del parque natural que lleva su nombre, un espacio protegido desde 1988 que comprende marismas, rías, acantilados, playas y sistemas dunares. La playa se abre al mar con una gran amplitud, lo que permite conservar su carácter incluso en temporada alta. El arenal, de arena dorada y grano fino, se extiende suavemente hacia el mar, flanqueado por un cordón dunar de notable valor ecológico. Más allá de las dunas, se abre un mosaico de prados, bosques de ribera y marismas que acogen una rica biodiversidad.
El acceso a la playa está regulado, con zonas de aparcamiento habilitadas y señalización que indica los caminos hacia los puntos más accesibles del arenal. Aunque es posible llegar en vehículo particular, el entorno está protegido de construcciones u otras formas de ocupación del espacio que puedan alterar su equilibrio.
En Oyambre no hay chiringuitos permanentes ni infraestructuras de gran impacto. La playa se mantiene limpia, con servicios básicos, pero suficientes para los visitantes que buscan una experiencia más natural y tranquila. En días despejados, desde la orilla puede verse el perfil de los Picos de Europa, lo que convierte al paisaje en una rareza geográfica de alta belleza escénica.
La climatología en esta zona de Cantabria, aunque más cambiante que en otras regiones costeras del país, no impide disfrutar del baño o de actividades deportivas como el surf. Las condiciones del oleaje, moderado pero constante, la han convertido en una playa muy valorada por las escuelas de surf de la zona. En los alrededores, existen varios campings, alojamientos rurales y surf camps que se integran en el paisaje sin romper la armonía del entorno.
El valor de Oyambre no solo reside en lo visual o lo ambiental. En este mismo arenal, el 16 de junio de 1929 aterrizó el avión L’Oiseau Canari, una aeronave francesa que había partido de Old Orchard, en Maine (Estados Unidos), con rumbo a París. Debido a problemas técnicos, tuvo que aterrizar de emergencia en la playa cántabra, convirtiendo al lugar en testigo de uno de los primeros vuelos transatlánticos exitosos.
La visita a Oyambre puede completarse con recorridos por los caminos señalizados del parque natural. Existen senderos que recorren marismas, pinares y acantilados, y que conectan con playas vecinas como la de Gerra o la del Merón. Estas rutas están diseñadas para ofrecer al visitante una visión más amplia de los ecosistemas que conforman el espacio protegido. Es habitual encontrar observadores de aves con prismáticos, ya que las marismas de Oyambre acogen especies migratorias en determinadas épocas del año.