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Un espacio singular donde el río Ter ofrece un baño fresco para el descanso estival, rodeado de paisajes montañosos y una iglesia histórica que refleja siglos de tradición y arte
La piscina natural que está en Extremadura y que ofrece baño en un entorno conservado y conecta con tradiciones del Valle del Ambroz
A los pies del Parque Natural de las Capçaleres del Ter i del Freser, en el corazón del Ripollès, se encuentra Setcases, un pequeño municipio de alta montaña en la provincia de Girona que conserva su carácter rural y medieval. Rodeado de paisajes abruptos y bosques frondosos, este núcleo de apenas 200 habitantes destaca por su ubicación en el tramo alto del río Ter, a más de 1.200 metros sobre el nivel del mar.
A pesar de su tamaño, Setcases ha conseguido atraer visitantes durante todo el año gracias a una oferta natural, patrimonial y paisajística que incluye, de forma singular, una pequeña playa fluvial en plena montaña. Conocida como la platgeta, esta zona de baño de agua dulce se encuentra acondicionada en el propio cauce del río, a escasa distancia del casco urbano. Su agua, procedente directamente del deshielo y nacida apenas unos kilómetros más arriba, mantiene una temperatura baja incluso en pleno verano, lo que la convierte en un refugio para quienes buscan tranquilidad en la montaña.
Setcases ha mantenido un urbanismo fiel a sus orígenes, con casas de piedra, balcones de madera y calles estrechas. Además de su entorno natural, el municipio conserva elementos patrimoniales destacados, como la Església de Sant Miquel, que alberga el único retablo barroco del valle de Camprodon. La combinación de naturaleza, tradición e identidad local ha convertido a Setcases en una parada habitual para excursionistas, ciclistas y viajeros que recorren la comarca del Ripollès.
La Platgeta de Setcases, un baño en alta montaña
A escasos metros del núcleo urbano de Setcases se encuentra la platgeta, una pequeña zona de baño habilitada en el cauce del río Ter. El Ayuntamiento acondiciona este espacio con arena, tumbonas y sombrillas durante el verano, manteniendo un entorno limpio y sin instalaciones como vestuarios o duchas para preservar su carácter natural y discreto.
El río Ter, que nace en Ulldeter a más de 2.400 metros de altitud, aporta aguas cristalinas y frías a esta playa fluvial. En pleno verano, la temperatura del agua no suele superar los 15 °C, lo que convierte a la platgeta en un lugar refrescante y apacible, especialmente tras actividades como el senderismo o el ciclismo en el Parque Natural de las Cabeceras del Ter y del Freser.
El acceso a la platgeta es sencillo y rápido, a apenas cinco minutos caminando desde el centro del pueblo. La zona, de tamaño reducido y sin masificaciones, está pensada para el descanso y la contemplación, integrándose con respeto en el entorno montañoso. Aunque Setcases es conocido sobre todo por la estación de esquí Vallter 2000, la platgeta ha diversificado su oferta turística estival, atrayendo a visitantes que buscan experiencias tranquilas y de bajo impacto ambiental en plena naturaleza pirenaica.
La Església de Sant Miquel
La iglesia parroquial de Sant Miquel en Setcases es un edificio con raíces románicas que se remontan al siglo XII, aunque la estructura visible hoy en día conserva principalmente elementos constructivos del siglo XVII. Durante esta época se levantaron la nave principal, las capillas laterales y la sacristía, que se integran en el conjunto con un estilo sobrio y funcional propio de la arquitectura religiosa de montaña.

El templo sufrió un incendio en 1728 que dañó seriamente el tejado y la antigua bóveda de madera, lo que motivó su reconstrucción al año siguiente. Esta intervención permitió mantener la estructura básica del edificio, al tiempo que renovó algunos de sus elementos para preservar la funcionalidad y seguridad del espacio religioso.
Su planta se organiza en una sola nave con capillas adosadas, y presenta arcos apuntados y nervaduras características del gótico tardío, que conviven con detalles barrocos en la decoración interior. El retablo mayor, elaborado entre 1692 y 1706, es una pieza destacada del arte religioso del valle de Camprodon, que sobrevivió intacta a la Guerra Civil gracias a una labor de protección local.
En la fachada destaca una imagen policromada de terracota que representa al arcángel Sant Miquel, una pieza del siglo XVII que completa el legado artístico de este templo histórico. Hoy, la iglesia sigue activa como centro de culto y se mantiene abierta a visitantes bajo coordinación municipal, ofreciendo un testimonio vivo del patrimonio cultural de Setcases.