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Investigadores de la Universidad de Cambridge sacan a la luz uno de los asesinatos planificados más desconcertantes de la Inglaterra del siglo XIV
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El sacerdote John Forde iba caminando por Cheapside, una de las calles más transitadas de la ciudad de Londres en 1337, cuando un compañero se acercó para iniciar una “conversación agradable”, pero realmente era una trampa. Otros cuatro hombres le abordaron y le atacaron brutalmente, firmando un crimen premeditado y que no se había resuelto hasta ahora, 688 años después, gracias al proyecto Mapas de Asesinatos Medievales del Instituto de Criminología de la Universidad de Cambridge.
El caso figuraba en la base de datos de muertes no naturales en Inglaterra durante el siglo XIV, objeto de estudio por parte de este proyecto universitario. Sin embargo, los investigadores detectaron algunas particularidades: fue un asesinato por venganza orquestado por una mujer noble a quien se le ordenó cumplir años de penitencia después de ser descubierta, pero ella se negó y se vengó, mandando así un mensaje desafiante a la Iglesia.
“Estamos ante un asesinato encargado por una figura destacada de la aristocracia inglesa. Es un asesinato planificado y a sangre fría, perpetrado por un familiar y allegados, lo que sugiere un móvil de venganza”, explica el profesor encargado de la investigación, Manuel Eisner.
A través del análisis de registros judiciales, cartas e informes forenses, el equipo fue capaz de desentrañar uno de los crímenes planificados más desconcertantes de la Inglaterra del siglo XIV, que tenía como protagonista a Ela Fitzpayne, una dama de la nobleza casada con el barón Robert Fitzpayne, y al sacerdote John Forde.
Extorsiones, sexo y venganza
Los registros sugieren una historia de extorsiones, sexo y venganza que expone las tensiones entre la Iglesia y las élites inglesas. Todo comenzó con la relación entre el sacerdote y la noble. No era el primer affaire de la mujer, quien mantuvo encuentros con más clérigos, hasta que fue descubierta.
De hecho, Eisner encontró una carta del arzobispo de Canterbury, Simon Mepham, al obispo de Winchester, enviada en enero de 1332, en la que se afirmaba que Fitzpayne mantuvo relaciones sexuales con “caballeros y otros, solteros y casados, e incluso con clérigos de órdenes sagradas”.
Y se propuso un castigo acorde con la gravedad de su conducta: prohibición de llevar oro, perlas o piedras preciosas, el pago de grandes sumas a las órdenes monásticas y donaciones a los pobres. También se le impuso una penitencia pública: caminar descalza por toda la Catedral de Salisbury (la nave más larga de Inglaterra) llevando una vela de cera hasta el altar cada otoño durante siete años, similar a la que protagonizó Cersei Lannister en Juego de Tronos, una de las escenas más recordadas de la serie.
Ella no solo se negó, sino que se tomó la justicia por su cuenta: “El arzobispo impuso a Ela una penitencia pública severa y vergonzosa, que ella parece no haber cumplido, pero que podría haber despertado en ella una sed de venganza, sobre todo porque John Forde parece haber escapado al castigo de la Iglesia”.
El 3 de mayo de 1337, el sacerdote fue abordado mientras caminaba por una céntrica calle londinense. Cuatro hombres, entre ellos Hugh Lovell, hermano de Ela Fitzpayne, lo atacaron. Lovell usó una daga de 30 centímetros para degollar a Forde, mientras que otros dos hombres apuñalaron a Forde en el vientre.
Un mensaje público
De acuerdo con los registros, el jurado identificó a todos los autores pero alegó desconocer su paradero. También señaló que los Fitzpayne mantenían una larga disputa con Forde. “A pesar de nombrar a los asesinos y tener claro quién es el instigador, cuando se trata de perseguir a los perpetradores el jurado hace la vista gorda”, explica Eisner, que asegura que era típico de la justicia clasista de la época. Finalmente, años más tarde, solo se encarceló a una persona.
Los registros rescatados también muestran que la zona fue escenario de varios asesinatos premeditados, como el que acabó con la vida de John Forde: “Cheapside era un lugar para exhibiciones de justicia cívica, como la picota o el cepo”. Un lugar donde visibilizar, en este caso y de acuerdo con la investigación, el enorme poder de la nobleza en la época.