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El camarón que dispara burbujas a más de 95 km/h y deja aturdidas a sus presas con un chasquido más fuerte que un disparo
Identificación fotográfica] 15 Junio 2025, 18:15

El camarón que dispara burbujas a más de 95 km/h y deja aturdidas a sus presas con un chasquido más fuerte que un disparo

Prodigio de la naturaleza - Si pierde su pinza especializada, el camarón pistola regenera una normal que, tras la muda, puede convertirse en una nueva arma; en algunos casos excepcionales, desarrolla dos

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La pinza se pliega en apenas 15 microsegundos. En ese instante, el chorro de agua expelido supera los 95 kilómetros por hora y forma una burbuja. La presión cae en seco, el agua se vaporiza y todo el entorno queda suspendido por una fracción de segundo. Ese vacío colapsa de golpe y la energía se transforma en sonido, luz y calor. Así caza el camarón pistola, un crustáceo de apenas cuatro centímetros que utiliza esta técnica para dejar aturdidas o inmóviles a sus presas.

Una pinza con émbolo interno y calor extremo en una fracción de segundo

Este mecanismo comienza cuando la pinza mayor —asimétrica y reforzada— lanza un golpe seco con una estructura interna en forma de émbolo que expulsa agua a gran velocidad. El desplazamiento genera una burbuja de cavitación que no solo implosiona con un estruendo que supera los 210 decibelios, sino que puede alcanzar temperaturas que rozan los 5.000 grados.

Ese calor tan exagerado, que no quema nada a su alrededor porque el efecto es muy localizado, produce una emisión de luz por sonoluminiscencia. Todo el proceso tiene lugar en una secuencia tan rápida que resulta imperceptible al ojo humano.

El impacto no se limita al sonido o a la luz. A cuatro centímetros del punto de origen, la onda de choque provocada por la burbuja alcanza presiones próximas a los 80 kilopascales. Esa energía basta para dejar inconsciente a pequeños peces o crustáceos, que quedan al alcance del camarón. Algunas especies emplean este disparo como arma de defensa y también para excavar en superficies compactas, creando túneles o refugios.

En ciertas zonas marinas, donde los camarones pistola forman colonias densas, el efecto se multiplica. Los disparos constantes generan un ruido subacuático continuo que ha llegado a interferir en sistemas de sonar utilizados en operaciones navales. Estos registros acústicos también han sido estudiados como posibles indicadores de biodiversidad en arrecifes y entornos tropicales, por su relación directa con la actividad biológica.

La estructura de su pinza no es fija. Si pierde el apéndice encargado del disparo, el camarón regenera primero una pinza común. Pero tras la siguiente muda, esa pinza se transforma en una nueva herramienta de ataque. En ocasiones, el proceso falla y el crustáceo desarrolla dos pinzas con capacidad de disparo. Aunque parezca ventajoso, este cambio puede dificultar su alimentación, ya que pierde precisión en la manipulación de presas capturadas.

Algunas especies forman alianzas con peces y otras viven en sociedades organizadas

En ambientes coralinos, algunas especies de camarón pistola comparten madriguera con peces gobio. Mientras el pez vigila el entorno, el crustáceo excava y mantiene la galería. Según explicó la bióloga Nancy Knowlton del Instituto Smithsonian, “el gobio proporciona una señal de aviso al camarón”. Este comportamiento conjunto mejora la supervivencia de ambos, y se ha observado cómo el camarón mantiene al menos una de sus antenas sobre el cuerpo del pez para detectar cualquier movimiento repentino.

Existen incluso especies que viven en sociedad dentro de esponjas marinas, donde una pareja reproductora domina sobre decenas o cientos de individuos no reproductores. Este tipo de organización, llamado eusocialidad, apenas se ha documentado en otros animales marinos. El investigador Emmett Duffy, que estudió estas comunidades en el Instituto Smithsonian, explicó que “las especies sociales de camarón pistola son las únicas criaturas marinas que presentan este tipo de estructura colectiva”.

Cada colonia defiende su territorio frente a intrusos con una respuesta colectiva coordinada. Si uno de los individuos detecta una amenaza, activa una secuencia de chasquidos rítmicos. Según Duffy, “es una señal que advierte que dentro de esa esponja no hay un solo animal, sino un grupo entero dispuesto a defenderla”.

Cada chasquido tiene un propósito. Puede ser una advertencia, una llamada o un ataque. Y detrás de ese estallido no hay pólvora ni metal, sino una estrategia evolutiva que ha convertido al camarón pistola en uno de los depredadores más eficaces, ruidosos y sorprendentes del mundo marino.


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