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El nuevo enclave se suma al legado de una civilización reconocida como Patrimonio Mundial por la UNESCO
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La civilización Caral, una de las más antiguas del mundo, sigue revelando secretos fundamentales para entender el origen de las sociedades complejas en América. Recientemente han abierto al público de la ciudadela de Penico, un centro urbano y ceremonial que comenzó a excavarse en 2017 y que, según los arqueólogos, fue construido entre los años 1800 y 1500 a.C. en el valle de Supe, al norte de Lima. El enclave estuvo enterrado bajo colinas hasta que la investigación arqueológica confirmó que se trataba de un importante asentamiento de la civilización Caral.
Penico funcionó como un centro articulador entre diversas regiones del Perú antiguo. Ubicado a apenas 20 kilómetros del Pacífico y a unos 180 kilómetros de Lima, conectaba las rutas de intercambio entre la costa, los Andes y la Amazonía. Este rol de encrucijada cultural lo convirtió en un punto estratégico tanto para el comercio como para la organización social y política en una época en la que las primeras ciudades estaban emergiendo en distintos puntos del planeta.
Los hallazgos de los arqueólogos
Los trabajos de investigación y restauración han identificado hasta 18 estructuras, entre edificios monumentales, complejos residenciales y espacios comunales. El emplazamiento fue construido sobre una terraza geológica a 600 metros sobre el nivel del mar y en paralelo a un río, probablemente como estrategia de adaptación al entorno y prevención frente a inundaciones. Estas decisiones arquitectónicas revelan un conocimiento avanzado del territorio por parte de sus constructores.
Los investigadores creen que Penico puede aportar nuevas claves para entender el declive de la civilización Caral, que se desarrolló entre el 3000 y el 1800 a.C. y desapareció poco después de que este asentamiento fuera construido. Ruth Shady, arqueóloga al frente del proyecto cuya investigación se ha publicado en AFP, y una de las mayores expertas en Caral, sostiene que los indicios apuntan a un proceso de crisis climática que provocó sequías prolongadas y afectó a la producción agrícola, uno de los pilares de esta civilización.
Rituales en la apertura del enclave
Durante la ceremonia de apertura, celebrada el pasado sábado, se realizaron rituales ancestrales de agradecimiento a la Pachamama. Artistas locales tocaron pututus, trompetas tradicionales hechas con conchas marinas, y se ofrecieron productos agrícolas, hojas de coca y bebidas locales. El acto sirvió tanto para honrar la memoria cultural del lugar como para sensibilizar sobre su valor patrimonial.
El Ministerio de Cultura de Perú ha sido una de las instituciones clave en el proceso de excavación y conservación del sitio, que ha permanecido fuera del alcance del turismo durante casi una década. Ahora, con la nueva infraestructura en marcha y los accesos habilitados, Penico se suma a la lista de destinos arqueológicos visitables junto a la ciudad sagrada de Caral, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Destaca la cronología
Uno de los aspectos más llamativos del sitio es su cronología. Penico fue construido en la misma época que las primeras ciudades de Mesopotamia o del valle del Indo, lo que refuerza la idea de que la civilización Caral fue contemporánea a otras culturas originarias del urbanismo a nivel global. Lejos de ser una excepción, el caso peruano se inserta en un patrón más amplio de desarrollo de sociedades complejas a finales del cuarto milenio antes de nuestra era.
El equipo liderado por Shady espera que futuras investigaciones en Penico puedan arrojar luz sobre los factores que propiciaron tanto el ascenso como la caída de Caral. “Queremos entender cómo se formó esta civilización, cómo se expandió y por qué entró en crisis”, ha declarado la investigadora. A partir de ahora, los visitantes podrán recorrer el sitio y aproximarse a una historia que, pese a tener casi 4.000 años, sigue viva en el paisaje y en la memoria cultural del Perú.