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El primer inmunizado contra la rabia eligió la muerte cuando los nazis le exigieron abrir la cripta de Pasteur... o no
Identificación fotográfica] 05 Julio 2025, 18:15

El primer inmunizado contra la rabia eligió la muerte cuando los nazis le exigieron abrir la cripta de Pasteur... o no

Leyenda - El mito del guardián que eligió morir por su protector se desmonta en cuanto se cruzan los documentos contemporáneos, pero eso no resta valor a su vida

José Meister tenía nueve años y la rabia lo estaba matando tras catorce mordeduras hasta que Pasteur se atrevió a probar su vacuna

Un hornillo de gas encendido fue lo último que tocó. Nadie le oyó moverse por la portería del Institut Pasteur, como tampoco hubo gritos ni avisos. Al amanecer, los investigadores que dormían en las habitaciones del edificio se encontraron con la noticia. Joseph Meister, conserje del centro y el primer ser humano vacunado contra la rabia, se había quitado la vida el 24 de junio de 1940, pocas horas antes de que su familia regresara a París.

La historia más conocida atribuye aquel suicidio a un acto de fidelidad extrema. Según esa versión, Meister se quitó la vida para impedir que los soldados nazis profanaran la tumba de Louis Pasteur. Pero esa explicación no encaja con lo que ocurrió realmente. La leyenda, repetida durante décadas en libros y homenajes institucionales, empezó a tambalearse cuando dos investigadores, Héloïse Dufour y Sean B. Carroll, revisaron los archivos del propio Instituto Pasteur. Lo que encontraron desmontó por completo el relato oficial.

La leyenda del sacrificio por Pasteur no encajaba con los hechos

Eugène Wollman, responsable del laboratorio de bacteriófagos del centro y testigo directo de lo sucedido, escribió en su diario que Meister estaba “muy deprimido” porque su familia había huido de París. Su mujer y sus hijas se marcharon unas semanas antes del suicidio, ante la inminente llegada del ejército alemán.

Meister, aislado en la capital ocupada, llegó a convencerse de que habían muerto en los bombardeos. Esa angustia, sumada al miedo, le llevó a cerrar la cocina y abrir el gas. Según Wollman, lo encontraron muerto por inhalación al día siguiente, sin señales de violencia.

El diario de Eugène Wollman y los archivos del Instituto demuestran que no hubo soldados nazis ni amenazas reales contra el mausoleo
El diario de Eugène Wollman y los archivos del Instituto demuestran que no hubo soldados nazis ni amenazas reales contra el mausoleo

Las palabras del propio Wollman descartan por completo que la muerte de Meister tuviera algo que ver con la cripta de Pasteur. No hubo soldados alemanes intentando entrar, ni amenazas, ni tampoco ningún acto heroico en defensa del mausoleo. Lo que hubo fue una profunda desesperación personal, agravada por la guerra y la desinformación. La esposa y las hijas de Meister regresaron a París esa misma tarde, sin saber lo que había ocurrido. Lo encontraron ya sin vida.

La familia había logrado sobrevivir al avance alemán refugiándose fuera de la capital. Meister, sin noticias durante días, interpretó el silencio como una tragedia consumada. Fue esa certeza equivocada la que le impulsó a suicidarse.

El testimonio familiar acabó de desmontar una historia fabricada

La nieta de Joseph Meister confirmó esta versión en entrevistas recogidas por Nature en 2013. Según explicó a los investigadores, su abuelo no murió por proteger a Pasteur, sino por culpa del pánico que le provocó la separación de su familia. Creyó que habían muerto, y no pudo soportarlo. Fue un suicidio marcado por la tragedia de una confusión, no por un gesto simbólico.

Además del diario de Wollman, los archivos del Institut Pasteur y los testimonios familiares coinciden en que Meister utilizó el gas como método para acabar con su vida. Nunca se encontró arma alguna, ni se recogió testimonio que mencionara la presencia de soldados en la portería ese día.

El error se mantuvo durante décadas porque encajaba perfectamente en un tipo de relato que glorifica la figura del científico como héroe intocable. Convertir a Meister en el guardián definitivo de su tumba servía para reforzar la leyenda de Pasteur como figura nacional. La historia funcionaba, aunque fuese falsa. El relato era limpio, épico y conveniente.

Aunque sea una mentira repetida mil veces, no hay que restar importancia a lo que Meister vivió. Fue el primer ser humano en recibir la vacuna contra la rabia y sobrevivir. Pasteur lo salvó con una terapia experimental que entonces no se había aplicado en personas. Meister volvió años después al lugar donde le curaron y trabajó allí hasta el final de su vida. Pero ese final no tuvo nada de épico. Solo fue triste.


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