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La investigación ofrece una radiografía completa sobre esta afección y cómo se gestiona bajo atención veterinaria primaria.
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La diarrea aguda es uno de los problemas gastrointestinales más comunes entre los perros, pero hasta ahora pocos estudios habían ofrecido una visión amplia y detallada sobre su frecuencia, manejo clínico y evolución en la práctica veterinaria real. Una nueva investigación publicada en PLOS ONE cubre ese vacío: analiza los historiales de 905.553 perros atendidos en clínicas del Reino Unido y documenta más de 77.000 casos de diarrea aguda tratados entre 2019 y 2020. El estudio ofrece una radiografía completa sobre esta afección y cómo se gestiona bajo atención veterinaria primaria.
Uno de cada doce perros afectados cada año
Los resultados indican que la diarrea aguda afecta a aproximadamente el 8,3% de los perros cada año, es decir, uno de cada doce. La prevalencia fue mayor en animales jóvenes, especialmente cachorros menores de un año, y en determinadas razas, como border collie, labrador retriever, cockapoo y beagle. También se observaron diferencias por sexo y peso corporal, con una mayor incidencia entre los perros de tamaño mediano.
Pese a su frecuencia, la mayoría de los episodios son leves y autolimitados. El 90% de los casos se resolvieron con una sola visita al veterinario, y más del 60% no requirió medicación. Cuando se utilizó tratamiento, los fármacos más comunes fueron analgésicos, antieméticos, protectores gástricos y, en menor medida, antibióticos. “Nuestros datos sugieren que muchos casos pueden manejarse sin medicación activa, especialmente antibióticos, que deberían reservarse para situaciones específicas”, afirman los autores.
¿Se abusa de los antibióticos?
Uno de los hallazgos que más preocupa al equipo investigador es el uso relativamente frecuente de antibióticos, pese a que la mayoría de los casos no presentan signos de infección bacteriana. El estudio identifica un margen de mejora en las decisiones terapéuticas, especialmente para evitar el uso innecesario de antimicrobianos en un contexto de creciente resistencia a estos fármacos. “Reducir el uso de antibióticos en estos casos es esencial tanto para la salud animal como para la salud pública”, destacan.
Otro dato llamativo es el bajo uso de pruebas diagnósticas. Solo un pequeño porcentaje de perros recibió análisis de heces o pruebas de laboratorio. En la práctica clínica habitual, el diagnóstico se basa mayoritariamente en la historia del paciente y el examen físico, lo que puede estar justificado por la naturaleza autolimitada de muchos casos, pero también limita la identificación de patógenos concretos o causas subyacentes.
Qué factores influyen en el diagnóstico
El estudio también analiza factores asociados a la probabilidad de recibir un diagnóstico de diarrea aguda. La presencia de vómitos concurrentes aumentaba la probabilidad, así como el hecho de acudir a consulta por otros síntomas digestivos. La edad, la raza y el peso del perro también influyeron. Los perros mayores y los de razas pequeñas tenían una menor probabilidad de recibir un diagnóstico específico, lo que puede reflejar diferencias en la presentación clínica o en las decisiones del veterinario.
Además de los datos clínicos, el trabajo proporciona una visión útil sobre cómo se organiza la atención veterinaria en la práctica diaria. En un entorno de atención primaria, con tiempos y recursos limitados, los profesionales deben tomar decisiones rápidas basadas en la experiencia, la presentación del caso y las expectativas del tutor. Este estudio, basado en datos reales de consulta, permite entender mejor ese proceso.
Un recurso para mejorar la medicina veterinaria
Los autores subrayan que esta investigación no solo describe el estado actual de la atención a perros con diarrea, sino que puede servir como base para mejorar las guías clínicas y las recomendaciones terapéuticas. La enorme muestra analizada, procedente de más de 1.000 clínicas veterinarias, convierte al estudio en uno de los más completos realizados hasta la fecha sobre este tema en medicina veterinaria.
Además, remarcan que los resultados podrían extrapolarse a otros países con sistemas similares de atención veterinaria. “Comprender cómo se manejan estos casos en la práctica real es fundamental para mejorar la toma de decisiones clínicas, reducir tratamientos innecesarios y optimizar el uso de recursos”, concluyen.